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sábado, 20 de octubre de 2007

Pensamiento descendente, pensamiento ascendente.

Pensamiento descendente, pensamiento ascendente

Inspirado en lo que Lacan llamó "el otro goce" en la lógica de la sexuación, como el goce femenino, distinto al goce fálico, hace tiempo que emprendí un camino rastreando las razones y los modos por los que las formas de pensar de hombres y mujeres son diferentes. En el supuesto de que aceptemos la existencia de esas distintas formas de pensamiento, y que de modo genérico, pero impreciso, las atribuyamos a los distintos sexos ¿en qué estriba la diferencia? ¿A qué clase de ordenamiento distinto están sujetos nuestros respectivas formas de pensar?

Se han propuesto diversas respuestas a esta cuestión, y todas próximas y juiciosas, de modo que nuestra razón las acepta sin demasiados reparos. Pero este rastreo me llevó a considerar dos clases distintas de forma de pensamiento.

Entiendo por clase de pensamiento aquella en la que las secuencias de deducción, incluso de apreciación de la realidad, están ordenadas según ciertos principios.
He dado en clasificar dos formas distintas de pensamiento: el que llamé "pensamiento descendente" más comúnmente identificable en la forma de pensar masculina, y el "pensamiento descendente", más comúnmente identificable en la forma de pensar femenina. De ningún modo aquí los términos masculino y femenino presuponen exclusividad de sexo o de género, sino que serían indicativos únicamente de una apreciación subjetiva en la distribución de ambas formas.


Pensamiento descendente.


El pensamiento descendente es una forma de pensar en la que los procesos intelectuales se ordenan siguiendo un patrón ordenado, secuencial, jerárquico, y se expresa, por ejemplo, en el pensamiento que es capaz de concebir los números naturales formando serie.

0, 1, 2, 3, 4, 5….

Cada número natural representa tanto a un cardinal como a un ordinal. En esta forma de pensamiento, el cero forma parte de la serie aunque no cuente y, a pesar de eso, sea efectivamente un número. El cero representa lo que es necesario para que el sistema que ordena empiece la serie, y ordene. Empieza con un "nada".

Pensamiento descendente (o fálico) es, pues, el que permite concebir una serie ordenada de números de menor a mayor, introduciendo, a la vez, una serie jerárquica inversa, de modo que cuanto menor es el número, mayor importancia jerárzuica, en virtud de su naturaleza simple o compuesta.

Pensamiento ascendente

Es una forma razonar de modo distinto al anterior, más propio de las mujeres, pues en este sistema el número no se forma a partir de uno previo que necesariamente no es número aunque forme parte de la serie de números naturales, como es el cero en el pensamiento descendente.
Esta forma de pensamiento se expresa como capaz de engendrar las siguientes ideas:

(a⋀b) --> 1; (a⋀1) --> 1; (1⋀1) --> 2; (1⋀2) --> 3; …

Que se lee: si se dan a y b, entonces se dará uno; dados a y 1, entonces se dará también 1; dados 1 y 1, entonces se dará 2; si se dan 1 y 2, entonces se dará 3, …

La forma del condicional "si…, entonces…", no implica necesariedad, es decir, que no siempre que x, se dará y, sino que es una posibilidad. Pueden darse a y b y no producir nada según la expresión (a⋀b) --> 0 y/ó 1.

La idea de este pensamiento ascendente es que los procesos racionales se ordenan según un principio de relación, y no de jerarquía.

* * *
Nótese que en la forma de expresión de esta serie (que no es serie, aunque puede serlo, sino distintos resultados según las condiciones impuestas a cada momento relacional)

(a⋀b) --> 0 y/ó 1; (a⋀1) --> ... y/ó 1; (1⋀1) --> ... y/ó 2; (1⋀2) --> ... y/ó 3; …

se pueden dar múltiplas lecturas en cada caso, pues también poudiera ocurrir, por ejemplo, que (a⋀2) --> 3, o que (2⋀b) --> 3, con todas las posibilidades; incluso que (a⋀b) = 0, es decir, que no haya resultado de la relación.

Esta forma de pensamiento, que he llamado "ascendente", "femenino", "emergente", al contrario que el anterior, que es "descendente", "fálico", "masculino", es creativo y aunque sujeto a reglas, no está tan jerarquizado, aunque puede jerarquizarse. Es decir, que también puede generar tanto el ordinal como el cardinal.

Es probable que estas dos formas de pensamiento conduzcan a ciertas dificultades de entendimiento entre algunos. No necesariamente entre hombres y mujeres, sino porque los procesos de razonamiento pueden ser distintos en un momento dado, en cada uno de los participantes en una relación.

Y me importan los procesos de relación más que los individuales, porque en medicina siempre nos las habremos de ver con procesos de relación. Son esos procesos los que fundamentalmente nos importan.

* * *

Tal como he mostrado aquí, en la forma descendente de pensamiento, la serie de números naturales se obtiene por adición de uno más, y responde a la fórmula general n + 1, de modo que el 1 lo obtenemos, en la misma fórmula, de la sustitución de n por 0: 0 + 1 = 1.

Lo que es entonces prioritario en el sistema de pensamiento descendente, no es comprender la naturaleza del 1, sino del 0 (cero).

Esta forma de pensamiento consiste, pues, en aceptar que existe un principio universal del que emana cualquier serie y, en consecuencia, todo le está supeditado. Es, entonces, el principio de jerarquía, de Verdad única, de Ominipotencia en el que cabe, también, la idea de dios. Nuestro pensamiento se ordena, razona, según este sistema de organización, de este "organizador": el "Uno". Pero como el "Uno" está demasiado próximo a un concepto matemático, resuelto a medias hace escasamente un siglo, y que no en todas las culturas se comparte el mismo concepto de "Uno", prefiero llamarlo el "Falo", porque eso sí que está compartido en todas las culturas y responde muy bien al principio que subyace como organizador de este tipo de pensamiento.

Pero ya hemos visto que lo fundamental, según mi modo de entender, no es el 1, sino el 0. ¿Qué ocurre, entonces, con el 0, del que no se habla y que, en consecuencia, aparece como reprimido? En realidad, del 0 habla la religión judeo-cristiana, por ejemplo cuando Moisés habla con la zarza ardiendo. El dios no tiene una representación definida, no existe como tan en ninguna parte y, sin embargo, es el origen y causa de todo. La religión judáica instaura el orden fálico desde el punto de vista teórico, y mejor no se podría hacer. Pero no omite el 0, sino que lo eleva a la categoría de dios: es la causa de todas las causas, el origen de todo, lo que es sin ser algo concreto, y lo que está presente por todas partes, sin estar en ninguna en concreto, porque ese concreto ya sería un número, bien el uno o el que le siguiera formado de unos.

Por el contrario, en el sistema de pensamiento de tipo ascendente, el Uno, o el Falo, no está garantizado. Pero incluso es posible que, surgido el Uno en la relación, no represente ni instaure el Falo como cierre, Totalidad y Completud. Además: que el resultado de una relación (que en las fórmulas le he dado la representación de una conjunción "y") sea el Falo, por un lado nos dice que el Falo es un emergente, y no un a priori como en el pensamiento descendente, y por otro, que es el resultado de una operación, uno de cuyos resultados posibles es el Falo.

Sorprendentemente, en el sistema de pensamiento ascendente, el uno no surge o no tiene como condición la ominipresencia austente del 0. El 0 es un emergente que se sitúa al mismo rango de funcionalidad que el uno. No posee un atributo especial que lo distinga. Indica que de la relación entre a y b no surgió nada. Hay relación, pero no hay producto. Eso es el cero en el sistema de pensamiento ascendente.

Ambos sistemas, aunque son incompatibles entre si, otorgan percepciones diferentes del mundo que nos rodea. En el primero, la idea dominante es la jerarquía; en el otro, la idea predominante es la colaboración para producir algo nuevo.

Así voy pensando estas cosas, y he de decir que me esclarecen mucho más mi percepción de lo humano, de lo terrenal y de lo divino.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Se curó la fibromialgia

Se curó la fibromialgia
Aporto esta entrevista publicada en La Vanguardia de Barcelona (http://www.lavanguardia.es/premium/epaper/20070920/53394903685.html ) y añadiré mis comentarios:

M. ÀNGELS MESTRE · EX FIBROMIÁLGICA
"El cuerpo grita que hay que cambiar algo"
Tengo 59 años: ¡estoy muy contenta con mi edad! Nací y vivo en Barcelona. Fui arquitecta, pero ahora imparto talleres de filosofía práctica. Estoy casada y tengo dos hijos, Anna (33) y Ferran (31), y una nieta, Maria (3). Soy apolítica. ¿Dios? Somos todos nosotros: con autoconocimiento, lo descubres. He sido fibromiálgica y he sanado

VÍCTOR-M. AMELA

- Qué es la fibromialgia?
- Una enfermedad con síntomas como dolores musculares, articulares y vertebrales, cefaleas, colon irritable, insomnio, angustia, taquicardia.

- Horroroso.
- ¡Yo los tuve todos! Y fatiga crónica, que suele ser la primera fase en muchas mujeres. - ¿No se da en hombres?

- El 92% de pacientes son mujeres. Y no encuentran alivio en ningún lado, y encima las llaman neurasténicas, histéricas, exageradas... Desesperadas, muchas caen en depresión. Y se dan muchos suicidios... - ¿Qué hace la medicina ante este infierno?
- Diagnostica la fibromialgia como dolencia crónica.

- O sea, que no se cura.
- Eso me dijeron a mí varios médicos. Y te recetan pastillas para aliviarte cada síntoma. Yo llegué a tomarme veinte pastillas al día...

- ¿Y qué tal?
- Tantas sustancias químicas sintéticas me empeoraban, con sus efectos secundarios.

- ¿Y qué hizo usted?
- Ya llevaba un año con dolores cuando me diagnosticaron fibromialgia, a finales del año 2000. Y comenzó un historial de tratamientos médicos y farmacológicos...

- ¿Con qué resultados?
- Un año y medio después seguía tan mal que dejé de ir a trabajar al despacho. Desde casa seguí trabajando, y llevando la casa.

- ¿Eso le alivió?
- No. Una mañana no pude levantarme: ¡una parálisis me atenazaba ambas piernas! Durante tres días no pude moverme. Fue tan espantoso... que eso me salvó.

- ¿Qué quiere decir?
- Que decidí que no quería seguir así.

- Ya, pero ¿qué podía hacer usted?
- Tomar yo las riendas. Dejar de esperar remedio de los demás. Dejar de ser una paciente: empecé a dirigir yo mi curación. Y hoy le digo que me considero curada.

- ¿No le duele nada?
- Nada. Y no tomo fármaco alguno. Los médicos dicen que ahora soy una fibromiálgica "asintomática", sin síntomas. Se resisten a aceptar que esté curada... Otros médicos me hablan de "remisión espontánea", como sinónimo de "milagro". ¿Milagro? ¡Ja!

- ¿Ja?
- No hay milagro: he trabajado mucho para aprender sobre mi mal, comprenderlo..., y cambiarme a mí misma, corregir mi vieja estructura psíquica, que era dañina para mí.

- Debería explicarse...
- Sí, quiero ayudar a otras enfermas.

- Los médicos se enfadarán con usted...
- ¡Soy hija de médico, sobrina de médico y hermana de médico! Y ellos me han visto sufrir tanto, tanto... Se han sentido tan impotentes, que al verme y escucharme hoy no sólo no se enfadan: ¡están contentos por mí!

- ¿Qué es lo primero que debería saber una fibromiálgica?
- Que su cuerpo está gritándole que hay aspectos de su vida que le conviene cambiar.

- ¿Qué aspectos?
- Toda mi vida yo había hecho cosas (y dejado de hacer otras) por agradar, por encajar, por ser reconocida... Y actuar en espera de aprobación externa es despreciar tu esencia.

- ¿Qué tiene que ver con la fibromialgia?
- Esta enfermedad deriva de una retención de la acción, de no hacer lo que sientes, de reprimir emociones. No estás queriéndote: el cuerpo somatiza el conflicto, y se queja.

- Si así fuera, ¿qué habría que hacer?
- Alinear pensamientos, emociones y acciones. Cuesta, y hay que ponerse a ello. Primer consejo: si piensas algo, ¡hazlo! Y si ves que no vas a hacerlo, ¡deja de pensarlo! Otro: esfuérzate en decir "no" sin sentir culpa.

- ¿Esto es algo que le cuesta más a la mujer que al hombre?
- Sí, porque las mujeres hoy se autoexigen más, por ganar reconocimiento de un mundo masculino... Y por eso yo era una perfeccionista, autoexigente, rígida, orgullosa.

- ¿Y ahora?
- Lo entendí y empecé a liberarme, y hoy soy condescendiente con los demás y consecuente conmigo (pienso, siento, actúo).

- ¿En qué se apoyó para este camino?
- En tratamientos psicoemocionales, homeopatía, acupuntura, flores de Bach... En la digitopuntura (shiatsu).En la respiración y la meditación guiada. En la visualización. Y en una cuidada alimentación.

- ¿Qué tipo de alimentación?
- Suprimí alimentos con conservantes, colorantes, espesantes y, sobre todo, con glutamato monosódico, un potenciador del sabor muy tóxico para mí. Deberíamos leer siempre las etiquetas...

- ¿Dejó de comer algo más?
- Reduje gradualmente lácteos, grasas saturadas, harinas refinadas, azúcar, café...

- ¿Y qué come usted?
- Alimentos biológicos y cocina macrobiótica. Harinas y cereales integrales. Legumbres. Semillas de sésamo, girasol y calabaza. Leche de arroz. Pescado blanco. Sal marina. Verduras frescas, pero las de raíz, y las blancas, y las redondas... Curé mi colon con sopas de miso, arroz integral y sésamo, ¡que te aporta el doble de calcio que la leche!

- ¿Qué alimentos ayudan más contra la fibromialgia?
- El miso y el tofu, con proteínas muy digeribles. La ciruela umeboshi, antioxidante y antiséptica. La seta shiitake, un depósito de energía. El kuzu, almidón blanco que alivia la fatiga. Las algas kombu, wakame, arame e hiziki, que aportan más minerales que las verduras y tonifican los nervios...

- ¿Y recomienda algún ejercicio?
- Caminar y respirar.


No es posible comprender la fibromialgia desde un solo punto de vista. Comprender el fenómeno exige la conjunción de, al menos, tres registros: el de lo psíquico, el de lo biológico y el de lo social.
En el ejemplo de esta persona, cuyo testimonio nos ayuda a comprender la enfermedad, vemos con claridad de qué manera los tres registros se encuentran tan íntimamente anudados, entrelazados, que nos facilita bastante la labor expositiva.

En primer lugar, está el registro de lo biológico. Lo pongo en primer lugar sin que ello implique ningún orden de jerarquía o de preferencia, pero sí aparenta un cierto orden temporal del modo en el que se presentan a la conciencia las cosas, en tanto conjunto de síntomas.
En el registro del cuerpo (más que en el registro de lo biológico, y creo que deberá ser así como deba llamar en lo sucesivo a ese registro), aparecen en primer lugar unos síntomas físicos inexplicables desde el punto de vista de la patología lesional, esa lesión que desde Bichat se instaló en el centro del sistema solar de la enfermedad (Laín Entralgo, P.: El diagnóstico médico. Historia y teoría. 1982. P. 61), o desde la explicación fisiopatológica o funcional. Lo primero que aparentemente se altera es, pues, el cuerpo de goce: el cuerpo es, con la fibromialgia, fuente de displacer que introduce a la víctima en un goce distinto al placer.

Después aparecen los síntomas psíquicos y sociales: depresión, abatimiento, ensimismamiento, aislamiento social, pérdida de los roles sociales y crisis de identidad.

Interesantísima la forma de sobreponerse a la enfermedad que muestra esta persona. Hay que leer bien su tetimonio. Como apoyo y refuerzo a su pensamiento, adopta una norma de vida regulada, que ella planifica: una dieta un tanto arbitraria, que es más por su efecto ideológico al imponerse una disciplina, que por sus posibles efectos curativos, lo que la beneficia.

Dado que hay una diversidad de testimonos que avalan la curación de la fibromialgia y de otras enfermedades incurables, ¿cómo abordar estos casos desde nuestra postura de médicos interesados en el conocimiento de la enfermedad?

La única teoría médica consistente con la exposición de este testimonio es la que desde aquí sustentamos como un nudo biopsicosocial.

¿Cómo desenmarañar el nudo?

Pues ya vemos que sin la participación activa, voluntaria, deseada, del paciente, no hay nada que hacer. Pero es que sin el diálogo clínico, sin hablar con el paciente las circunstancias que rodean su enfermedad, sin que ambos, médico y paciente, no vean con claridad cuales son los determinantes psíquicos, sociales y corporales de su trastorno, no va a haber curación posible. Y para eso se precisa cierto entrenamiento médico, además de un conocimiento teórico lo más extenso y exhaustivo posible.


Tras días de comentar este artículo con diversas personas afectas de fibromialgia, el comentario más común era de disgusto, porque de un modo indirecto culpabiliza a quienes padecen la enfermedad de "colgarse" en ella. Algo así a que "Si estás fibromiálgica es porque tienes problemas psíquicos y no te sobrepones a ella"

De nuevo nos encontramos con la cuestión personal frente a la general. Cuando alguien vende una receta universal, aparecen algunos problemas; en este caso, la receta personal es la curación de la protagonista de la entrevista. El diagnóstico de Fibromialgia es un diagnóstico médico, lo que quiere decir que se establece según ciertos criterios médicos. Estos criterios médicos no son completos, porque nadie puede pretender poseer el saber total sobre la enfermedad; entre otras cosas, porque la enfermedad es un invento humano que no existe como tal en la naturaleza. La enfermedad, desde el punto de vista de un discurso natural, no es nada malo, sino el modo como la vida ha resuelto la forma de prolongarse, esto es, matando al individuo y primando a la especie.

Tal como decía yo en mi comentario sobre la entrevista, es posible distinguir con claridad, en el relato de esta persona, los tres registros anudados en una entidad única: lo biológico, lo psíquico y lo social comprtaiendo, además, un registro de lo externo (lo que se dice de la enfermedad desde la medicina, desde la psiquiatría o la psicología, y desde lo social, como el impacto que tiene sobre la sociedad y en la sociedad) y otro registro de lo interno (lo que alguien, quien la padece, es capaz de decir de su enfermedad). Y esa entidad única es única a pesar de compartir con otras personas síntomas comunes que pueden agruparse artificialmente formando una identidad singular (la concreta enfermedad Fibromialgia), distinguible por la forma, de otras similares (otras enfermedades reumáticas).

Así que si pasamos la descripción que podemos hacer del modelo de enfermedad al que nos enfrentamos, a un modelo representable matemáticamente, y suponemos que cada uno de los registros es una dimensión, hemos compuesto un modelo pentadimensional (5 dimensiones). A saber: dimensiones biológica, psíquica, social, interior y exterior.

¿Por qué dimensiones, además, o en vez, de registros? Pues podemos asumir provisionalmente la definción matemática más simple que podamos aplicar al concepto de dimensión (intuitivamente, asumimos la definición vulgar mensurable: cada una de las magnitudes de un conjunto que sirven para definir un fenómeno), cuya forma más intuitivamente asequible es la que proporcionaré aquí: se llama dimensión al grado de libertad con el que se puede mover un objeto matemático en un espacio abstracto: un objeto será de dimensión n si puede dividirse en dos partes no conexas mediante un corte de dimensión n-1. Según esta definción eminentemente "intuitiva" de dimensión, diremos que la enfermedad es un objeto abstracto que se despliega en cinco grados de libertad, y que puede quedar reducida a un solo grado de libertad (dimensión 1) por sucesivos cortes excluyentes. Por ejemplo, si sólo se contempla desde el punto de vista biológico, el objeto enfermedad ha quedado reducido a una sola dimensión mediante un corte que desconexa esta dimensión de las otras con las que forma el objeto completo. Así con cualquier otra dimensión o corte.

Pero ¿cuál es la superficie sobre la que se practican los cortes o se construyen las dimensiones? ¿Cuál es la estofa, el paño, la hoja de papel, sobre el que se escribe o se sostiene cada una de estas dimensiones? Pues esta superficie que no tiene una consistencia material, esa superficie conceptual de la enfermedad sobre la que se dan cortes y dimensiones, sobre la que se graba algo, es la superficie que engendra el goce del cuerpo en el humano. Los cortes y dimensiones son, pues, sobre el goce. La estofa sobre la que se escribe la enfermedad, es el goce.

¿Es el goce una estofa? Si. Demostrarlo quedará para otro momento ¿Qué es el goce? Es el uso del cuerpo en sus coordenadas culturales y jurídicas y designa de una manera muy peculiar un sitio, pues en vez de designarme como un mueble, me designa como un lugar que es un defecto de pureza en el Universo (definción de Vappereau en "Estofa". p. 54)

Con esto, creo haber dado, por primera vez en público, el fundamento topológico, matemático, al modelo biopsicosocial de enfermedad. Esto debe ser lo más parecido al esfuerzo de una primicia.

Sin embargo, a esas cinco dimensiones de la enfermedad queda por describir una sexta, que es el síntoma.

En realidad, el síntoma es un recorrido que corta la estofa de la enfermedad en una temporalidad. Es la sexta dimensión de la enfermedad: el recorrido personal por las cinco dimensiones precedentes.

Esta idea del síntoma como dimensión temporal (no genera estofa) que corta a las otras cinco, la desarrollaré más despacio, pues requiere, para su comprensión, del recurso a dibujos que no me resultan fáciles hacerlos con un ordenador, de modo que tendré que recurrir a escanear imágenes que expresen mi idea del síntoma, y a colgarlas aquí como modelos explicativos del concepto complejo y completo de enfermedad.

El recorrido del síntoma por la estructura, es un recorrido histórico y personal. Es el modo como cada persona toma contacto con su forma particular de goce. El síntoma da cuenta de ese recorrido singular a pesar de las similitudes entre casos.

En suma: lo que se describe aquí es la estructura de la enfermedad como una estructura de seis dimensiones.

JM Gasulla

jueves, 10 de mayo de 2007

La aceptación de la jerarquía como un proceso emergente

Esa es la idea que surge a partir de una pregunta: ¿cómo es que, por lo común, acatamos y tememos a la autoridad y que, en consecuencia, la jeraquización de las relaciones humanas es un hecho?

Esta misma idea la encontramos descrita de diversas maneras. El temor de dios, el temor del tabú y el respeto al tótem, la reverencia al Rey, al Jerarca... Y, a su vez, del hecho de que cualquiera puede ser el jefe, y que uno que era un compañero, por alguna circunstancia, asciende al cargo de jefe, entonces él mismo sufre un cambio psíquico por el que ya no se siente igual a sus antiguos compañeros, y los demás o le obedecen o se le oponen, pero la relación ha sufrido un profundo cambio.

Esto Freud lo abordó desde la función paterna, pero con dudas. Los psicoanalistas tienden a atribuir esta función a la del Padre, pero la función del Padre es una manifestación, una posibilidad más, ligada a esa función. Por decirlo así, la causa de la jerarquización no es el Padre, sino que el Padre es una figura inventada por las mujeres, que encaja perfectamente en esa función ya existente.

La cuestión es que no enconctramos en nuestro interior (introspectivamente) una asociación que nos esclarezca la función, sino que la función la encontramos "funcionando" en distintas situaciones con distintas figuras, eso que se llamó una "imago".

Como que esta cuestión es omnicultural, independientemente del tipo de sociedad, sea un patriarcado o un matriarcado u otros, hemos de suponer que se trata de un elemento emergente, determinado genéticamente y resultado de la evolución. Que lo determinante no es el tipo de organización social, sino que la organización social, del tipo que sea, es posible porque existe esa función.

Pero, y de la función en sí misma, ¿qué podemos decir? En nosotros, los humanos, podemos describir sus efectos, que es ordenar el campo de las relaciones. Este campo jerarquiza básicamente dos sentimientos: el amor y el odio, y en función de su proximidad o lejanía a la fuente jerárquica, se ordenan y orientan los celos y la envidia. Esta función jerárquica orienta, también, el ser del sujeto creando un ideal que alcanzar: ser como...

De modo que, en resumen, pues no pertendo ser exhaustivo, otorgo a la función un origen emergente a partir de otros emergentes genéticos, y cuya aparición debe haber sido por selección genética (la jerarquización ocurre en los primates y en los animales grupales) En los humanos, esa función posibilita la aparición del Padre, sobre el que ya he hablado en otros posts.

JM Gasulla

sábado, 28 de abril de 2007

El Padre es una invención femenina

Nuestra comprensión actual del mundo, de las relaciones y de las identificaciones de los roles sociales, como el género y el sexo, la familia, la jerarquía, corresponden a una visión del mundo desde la institución del patriarcado.
Desde esa óptica patriarcal, que ha ocupado a toda una Era de la Civilización, el elemento que ha ordenado la aprehensión del mundo es el falo, es decir, el rasgo uno, aquello que falta para sentirse completo (que es una de las definiciones conceptuales del falo) y que, en consecuencia, no es posible positivizar salvo de un modo imaginario o mediante un símbolo. Este símbolo que representa lo que completa la falta, ha sido representado como un pene erecto, pero puede ser representado por cualquier cosa que supuestamente represente aquello que realizaría la dicha de no sentirse mermado, desde un objeto inanimado hasta un objeto animado, como un/a sex-simbol.
Congruentemente con la idea fálica predominante, está la aceptación de la verdad como criterio de ordenación de los juicios (¿por qué la verdad tendría que ser lo definitivo que ponga fin a la búsqueda del sentido de las cosas?), la racionalidad como modo de alcanzar la realidad final del mundo (¿por qué la racionalidad tendría que ser el único modo de alcanzar esa verdad?) y el rechazo de lo contradictorio, lo diferente, lo plural.
También desde el patriarcado, que sólo encuentra sentido en el sostenimiento del falo como la posibilidad de completud y dicha plena, el efecto de sometimiento a la autoridad fálica es aprovechado para ejercer el dominio social.
La lista de los efectos y el orden establecido por el patriarcado fálico no está ni mucho menos completa, pero sí que aunque limitada, esta brevedad aquí expuesta da una idea de a qué me refiero con la expresión del orden fálico del patriarcado.
Desde el patriarcado fálico se ha teorizado el mundo mediante valores que han representado este carácter único, o su ausencia (el uno, el cero, lo verdadero, lo falso, la razón, lo idéntico, lo universal, lo singular…) y en lo social, se ha dado como un hecho establecido, aceptado como evidente y sin crítica pues no precisaría demostración, es decir, de forma axiomática, que existe un dominio natural del macho sobre la hembra y del más fuerte sobre el más débil. Esto es así, se diría, es un hecho de evidencia inmediata y no admitiría crítica.
Así que el falicismo, el patriarcado, son hechos inmediatos que vendrían dados y suministrados “por defecto” por la naturaleza. El orden del mundo sería fálico y la naturaleza impondría a los humanos esa ley fálica. Acorde con esta idea, para comprender la función del padre, Freud utilizó un mito por medio del cual esa función se temporaliza en dos tiempos: un primer tiempo de dominio absoluto en el que el padre aparece como el amo absoluto, y un segundo tiempo en el que ese padre primordial ha sido asesinado y sustituido por su símbolo, dando así lugar a la ley (Tótem y tabú)
Ese padre primitivo es destacado en el mito por ser brutal y por ejercer el goce sobre todas las cosas, desde el goce sexual sobre todas las hembras hasta el goce del poder sobre el resto de machos hijos. Sin embargo, de esta figura, que se nos presenta dada en sí misma, como caída del cielo, sin necesidad de recurrir a ninguna anterioridad o circunstancia que no sea a sí misma, no obstante, no puede darse lógicamente sin el consentimiento de las hembras. Serían las hembras las que consentirían y desearían su existencia como padre generador.
En el mito, sería dable pensar que son las hembras las que eligen y marcan a un macho como el padre, el amo, por cuyo través y con referencia a su deseo, por proximidad, se jerarquizan y ordenan socialmente. Por así decir, el padre es un invento femenino que ordena socialmente e instaura la sociedad de las hembras. Las hembras nacen al mundo humano mediante la instauración de un símbolo que las ordena socialmente y orienta su deseo más allá del deseo de hijo.
La creación de este símbolo femenino, que es el Padre, ordena, a su vez, al grupo de los machos y el resto de esta historia sobre la aparición de la ley ya es conocida mediante el mito de tótem y tabú.
De este modo, el mito del origen del orden humano aparece como más en consonancia con cúmulo ingente de datos que apuntan hacia una primacía aparente de lo femenino. Este enfoque del asunto es asimismo plenamente congruente con los datos que provendrían de las observaciones de los mamíferos grupales en estado salvaje o de naturaleza, que está sometido a ciertas regulaciones. Es posible aceptar como criterio que el grupo de las hembras acepta, y se somete, el dominio de un macho que ha resultado apto para la transmisión de ciertos rasgos genéticos de carácter, como aquél que sería portador genéticamente de más fuerza, de mayor sentido territorial, más inteligencia, etc. Es una selección que quedaría librada a la competencia entre machos. Entre tanto, las hembras esperarían a ser fecundadas mayoritariamente por ese macho, pero no solo. En razón de la proximidad a ese macho, el grupo de hembras se jerarquiza y establece su sistema de rivalidades.
El problema en el mito se plantea en el paso de la poligamia a la monogamia, conservando ciertos restos de una existencia poligámica. Aquí aparece, en Freud, la alianza entre hermanos tras el asesinato del padre primitivo. Pero es un hecho que la monogamia es aceptada por las hembras, y en algo ha de beneficiarlas, del mismo modo que las beneficiaba la existencia del harén en el gineceo ordenado.
Abandonando el mito, puede aceptarse que es un hecho que son las mujeres las que buscan un padre, para sus hijos, y erigen a un hombre en esa categoría. La mujer hace padre a un hombre, y también lo destituye si no está a la altura de lo esperado.

martes, 24 de abril de 2007

Anorexia y bulimia

No es un tema del que se hable ahora. Está de moda. Y la cuestión me viene a cuento por un programa televisivo que era un reportage sobre las páginas Pro-ana, o favorecedoras y promotoras de la anorexia como forma de vida. No sólo ese programa de TV, sino, especialmente, las reacciones que se han suscitado en algunos foros de Internet, con ruido de amenazas y reprimendas a las promotoras de las páginas.

Pero todo esto constituye una cortina de humo que pone en evidencia a la anorexia nerviosa pero esconde a la persona. Como con el tabaco, el alcohol, algunas costumbres sociales, se legisla. La legislación uniformiza, borra de nuevo al sujeto. La anorexia nerviosa no se puede regular por ley. "No, ya -podrá decir la ministra de turno- Eso ya lo sabemos. Lo que pretendemos es que no se haga hincapié en un ideal de belleza que lleva a las muchachas a querer adelgazar". Yo creo que hay algo desenfocado en esto, porque lo del ideal de belleza es una excusa. Ninguna bella admirada es un esqueleto que no pueda tenerse en pie. Hay un exceso de delgadez que es la antítesis de lo bello.

No son tan tontos en el Ministerio de ocasión como para no estar advertidos de que la delgadez de las modelos no es un ideal de belleza. Acaso, constituye el abrir los ojos a la posibilidad de transgredir y poder ser consideradas bellas en la fealdad, con un cuerpo cada vez más horrible. Pero, insisto: esto es lo que es ahora, en lo que se ha convertido ahora, la anorexia nerviosa. En los tiempos en los que simplemente no habían medios como ahora, la enfermedad ya existía y nada tenía que ver con todo esto, por la razón de que en primer lugar, el ideal de belleza femenino era más bien las regordetas y llenitas en carnes y, después, porque no había difusión de la delgadez como ideal.
Vale que lo de ahora es la extensión de un problema. Pero ¿qué problema? En lo que se ha convertido, o un aspecto de la cuestión, es el puramente estético, transgresor. Bajo mi punto de vista, es necesario hacer distinciones ante cada caso. Ya digo: no es lo mismo el síntoma anorexia nerviosa en una psicosis que en una neurosis o en una adolescente rebelde que encuentra en hacerse delgada un motivo de ser.
Como con el tabaco, estas páginas pro-ana han de advertir del riesgo de seguir los consejos que se prodigan, porque es posible que alguna caiga en un camino de no retorno y que muera en el proceso de "deformación" de su cuerpo (al escribir "deformación" me ha venido a la cabeza la comparación con la cirugía estética y sus riesgos, en la misma línea de modelar y "deformar" el cuerpo). La inmensa mayoría de jóvenes son anoréxias por imitación, es decir, histéricas, y estas tienen poco riesgo. La mayoría son comparables a las góticas y punkis. Dentro de esta moda, dentro de esta masa de delgadas (hablaríamos de la obesidad en otra ocasión), hay, no obstante, personas que padecen una "enfermedad mental". Es la genuina anorexia nerviosa, como síntoma histérico grave o como síntoma psicótico.

El movimiento pro-ana parece perseguir y hacer de la transgresión, un modo de existencia. Para ser, no hay que tener. Creo que ese el el fundamento discursivo de la delgadez extrema como canon estético.
¿Por qué esto afecta a las muchachas y no a los muchachos, salvo de una forma mucho más benigna y muy distinta? Por fuerza creo que hemos de introducir el cuerpo sexual, sexuado, para comprender, y cuál es la relación de cada cual con él.


En este aspecto del cuerpo sexuado coinciden anorexia y bulimia, pero en nada más. He escuchado y leído por ahí que la bulimia era el mismo proceso, pero en sentido inverso que el de la anorexia. Eso es rigurosamente falso. Son la inversión el uno del otro si consideramos únicamente el aspecto más sintomático del asunto, o sea, que mientras que en una dolencia se come en exceso, en la otra se deja de comer también en exceso.
En ambas patologías (cuando son patologías), el motivo es la comida, pero lo que está en juego es el cuerpo sexual. Y en este punto acaban, para mí, las comparaciones. En la bulimia grave, la comida es un calmante de la angustia. Se identifica la angustia como un vacío en el estómago y se toma como hambre. Evidentemente que no es hambre y que, en consecuencia, la señal de inhibición fisiológica del hambre (la replección del estómago y el aumento de los niveles de glucosa en la sangre) no resulta operativa, no constituyen frenos, y el sujeto queda a merced por entero de la angustia y de la imposibilidad de calmarla de un modo tan equivocado.


Yo distinguiría, al menos, tres formas clínicas del proceso llamado "anorexia nerviosa": la anorexia nerviosa de tipo psicótico, la anorexia nerviosa de tipo histérico y la falsa anorexia nerviosa.
En las anorexias graves, efectivamente está invariablemente en juego el cuerpo sexual y la relación sexual. El interés parece puesto en el hecho de ser admiradas, deseadas, que se fijen en ellas, sean chicos o chicas, pero sin ningún fin sexual. Sólo narcisístico del tipo "ser admiradas o deseadas".


No es infrecuente que muchachas poco agraciadas o con alguna "anomalía" en sus cuerpos (demasiado bajitas, demasiado altas, gorditas, caderas anchas, que se consideren a sí mismas poco agraciadas, etc.) tan frecuentes, por otra parte, en la adolescencia, caigan en eso que llamo "transformación corporal desde dentro" (anorexia nerviosa, bulimia) en vez de la "transformación corporal desde afuera" (vestidos, estética, maquillajes, etc.), más propio de personas que se encuentran más o menos a gusto de su cuerpo y lo embellecen para seducir.
De todos modos, no estoy tan seguro de que la bulimia pueda considerarse como una transformación corporal "desde adentro" en la misma consideración que hago de la anorexia nerviosa.


Por lo común, las muchachas anoréxicas tienen una relación con el sexo,casi inexistente. Lo que yo he escuchado de ellas es, invariablemente, que no les interesa el sexo o que les da asco. Ese ¡Puagff! tan expresivo frente al sexo, es eso: muy expresivo de la situación de asco frente al sexo opuesto. ¿Por qué? Cada muchacha da una explicación, y si se pudiera extraer un común denominador, quizá predominaría la angustia frente al sexo opuesto, especialmente frente a los genitales del hombre. No estoy diciendo que la angustia frente al sexo sólo se de en la anorexia nerviosa ni que sea la causa del fenómeno. Está presente en otras muchas patologías, pero casi es invariable en la anorexia nerviosa.
No es de extrañar, entonces, que la homosexualidad sea una norma bien acogida entre ellas, aunque no sea el mantenimiento de relaciones sexuales el fin de esa relación, sino el recibir el amor y la admiración y aceptación de una semejante que no es un hombre. Que no sea un hombre parece lo prioritario frente a la posibilidad de que sea una mujer.
Pero esto es variable. He forzado un poco el común denominador.
Otra hipótesis que se puede barajar es la del odio al hombre y el fantasma femenino de matar al hombre después de castrarlo, o de castrarlo directamente. Pues bien: este fantasma se "encarna", toma cuerpo, en la obsesión de algunas mujeres por el tamaño del pene de los hombres, en algunas fobias sexuales y en conductas (llamémoslas así) identificatorias al hombre. Son "complejos" femeninos poco estudiados en general, porque han sido los complejos masculinos los que han dominado el panorama de la clínica psiquiátrica.
Ocurre que el despertar del sujeto femenino, en nuestra cultura, ha traído parejo el descubrir y quedar de manifiesto una riqueza nosológica propia de las mujeres, del mismo modo que hay una riqueza nosológica propia de los hombres. El fetichismo masculino es casi, casi, el modo de relación sexual de los hombres, mientras que el fetichismo femenino incluso se llegó a considerar inexistente, cuando eso no es cierto. Entonces, el fantasma femenino de castrar al hombre, que se manifiesta de múltiples maneras, como el rechazo al órgano sexual masculino, la fobia al pene, el asco, la obsesión por el tamaño del pene, la fantasía de castrar al hombre, sea psíquica o físicametne y una cohorte de otros indicios del mismo estilo, son quizá lo novedoso de ese descubrimiento del sujeto femenino.


Por lo que me cuentan las personas que padecen este trastorno, el deseo que las mueve es hacer desaparecer el cuerpo de mujer, que también es el suyo. Se cortan el pelo, ignoran sus genitales (incluso en el plano físico pierden la menstruación), deforman el cuerpo femenino hasta hacerlo un guiñapo, un trapo, un esqueleto. "Lo primero que hice -me cuenta una de mis pacientes- fue cortarme el pelo, cambiar el cuerpo, comprarme sujetadores que me apretaran los senos para que no se notaran; que donde habían redondeces hubieran huesos. Borrar todo vestigio del cuerpo de una mujer"
Otra paciente anorexica, de 65 años, me decía, en sus momentos de crisis más graves, que todo su deseo era cortar por la línea de puntos (el cuello) para hacer desaparecer el cuerpo de mujer que veía reflejado en el espejo. Odiaba ese cuerpo de mujer y cuanto más horrible, más deformado, más irreconocible como ser sexuado, más próxima al ideal se encontraba. Hacer desaparecer el cuerpo, es lo que deseaba con todas sus fuerzas.


Con respecto al sexo, especialmente la mujer mayor, me contaba que su odio era al cuerpo de mujer que tenía. Ya no quería otro cuerpo de mujer. No gozaba sexualmente ni eróticamente. Lo que quería era hacer desaparecer el suyo. Ella estuvo muy grave, al borde de la muerte. Llegó a pesar 34 kilos. Era terrible. Sufría un montón, y yo sentía por ella una compasión que me ahogaba. Superó esos períodos existenciales suyos tan dramáticos, y pudimos aclarar lo relativo a los desencadenantes de las crisis y a su vulnerabilidad. Finalmente, su deterioro mental (cerebral, por lesiones neurológicas debidas a la desnutrición crónica) no permite seguir trabajando.
Las personas que yo he tenido, y tengo, en la consulta, no es que quieran ser muchachitos, es que, repito, invariablemente desean no tener un cuerpo de mujer que, a su plena disposición, pueden maltratar a placer (su cuerpo). Se diría que sienten un profundo odio hacia la mujer que no pueden ser y a la que envidian. Sabemos qué estragos es capaz de causar la envidia y el odio. Pero esto puede ser una etapa, y en otra etapa, de lo que se trata es de aplastar el deseo sexual masculino, acabar con él, y en este afán nada mejor que convertir el cuerpo femenino (objeto de deseo sexual masculino), en algo esperpéntico, rechazable, en un horror. "¡Deséame ahora así! ¡Quiéreme ahora por mí misma, y no por lo que soy, o sea, un cuerpo erótico que no llegaré a ser nunca para tí!" Eso también da cuenta de alguna etapa o de algo permanente en alguna de ellas.

Por mi parte, tiendo a considerar la anorexia nerviosa como un fenómeno que carece de sentido sin lo social. Pero es que lo social que a mi juicio está implicado, es la función sexual.

"Si no puedo ser bella, seré horrible" parece ser el lema que sostiene la anorexia

JM Gasulla

lunes, 23 de abril de 2007

Si tengo depresión es que me faltan antidepresivos...

... que es lo mismo que decir que porque cuando me duele la cabeza y me tomo una aspirina, se me calma el dolor de cabeza, entonces lo que me falta es aspirina, luego si me tomo aspirina cada día así nunca tendré dolor de cabeza.



¿Es que cuando uno está "deprimido" le falta Prozac? ¿Es que el cerebro fabrica Prozac, y si estás deprimido es que ha dejado de fabricar Prozac?



Pues no, mire usté: uno tiene una pena, porque las cosas no le van como uno qusiera. Entonces, esa pena se traduce en el cerebro como una bajada en la fabricación de un neurotransmisor, que viene a ser como los enchufes que conectan las neuronas entre sí. Entonces, cuando se toma Prozac o algo que se le parezca, las neuronas se enchufan más, y entonces uno deja de tener pensamientos chungos.



¿Pero es que si tengo pensamientos chungos, eso quiere decir que tengo pocas neuronas enchufadas, y que necesito más enchufes, y que el Prozac o lo que sea, me las va a enchufar, y entonces ya no tendré malos pensamientos?



¡Joer! ¡Pues vaya simple me lo explica usté! Yo soy de los que piensa que no tenemos pensamientos chungos porque tenemos pocos enchufes funcionando, sino que las cosas que ocurren no nos gustan y eso hace que algunas neuronas se desenchufen. Si uno se deja llevar por esa pena (que es un dolor del "alma"), entonces se le desenchufan las neuronas y al final ya se quedan desenchufadas. A veces hay que darle un empujocillo al asunto para que la fábrica se vuela a poner en marcha, pero creo yo que ha de ser lo suficientemente cuidadoso como para que, por la misma aportación de fármaco, no nos vaya a ocurrir que el cerebro se ponga vago y le de por dejar de fabricar lo que debe y, como que ya le viene de afuera con pastillas, pues deje de hacer su trabajo. Yo pienso que entonces hay que andar con cuidado entre el tiempo de tratamiento y la dosis, de modo que no se vaya a acostumbrar el cerebro a trabajar poco y tengamos a alguien dependiente de los medicamentos, es decir, a un enfermo generado por el médico.

¡Ah!

domingo, 22 de abril de 2007

Desestimada por tener estudios

Tener estudios
CRISTINA SÁNCHEZ MIRET
YA LO VEN, VA a ser verdad que las mujeres mejor que no estudien porque acaba perjudicándolas En Valladolid se ha archivado un caso de maltrato psicológico porque la víctima - una mujer que denunciaba a su marido porque le controlaba el dinero de forma enfermiza y la vejaba continuamente- tiene estudios universitarios. El hecho deja en una situación de total indefensión a la denunciante y a todas aquellas mujeres que están en su misma situación porque, evidentemente, ante resultados como éste se van a pensar mucho más de lo que ya lo hacen pedir ayuda a la justicia. Si siempre lo han tenido difícil, ahora lo tienen incluso peor. Queda bien claro que esta sociedad no avanza en defender los derechos de la mujer igual que defiende los del hombre.
Lo sucedido, de por sí grave, lo es todavía más porque la decisión ha sido tomada por el juez del juzgado de Violencia contra la Mujer - inaugurado el día 1 enero del presente año-, y por las razones que han llevado al titular del juzgado a tomar tal decisión: ha considerado sorprendente que alguien con alto nivel de formación soporte malos tratos sin poner remedio a dicha situación.

Ya lo ven, va a ser verdad que las mujeres mejor que no estudien porque acaba perjudicándolas. Tanto insistir en la necesidad de que para disminuir la desigualdad entre hombres y mujeres en esta tan querida nuestra sociedad había que estudiar; tanto señalar como una de las causas de la desigualdad el bajo nivel educativo de las mujeres españolas en comparación con el de los hombres españoles, e incluso en comparación con el de otros países más avanzados que el nuestro. Ahora que ya lo hemos superado - tanto la desventaja con la que partíamos como el nivel educativo general de los hombres-, el mensaje de este juez - y de la sociedad en su conjunto si no se hace nada por cambiar lo que ha acontecido en este caso- se puede leer entre líneas: es decir, tener estudios no os va a servir de nada, en todo caso no os va a servir para la igualdad prometida - esto lo saben ya las mujeres- y además, puede incluso que os perjudique.

Las malas lenguas ya decían que las que estudiaban no encontrarían marido, ahora habrá que añadir que si hemos estudiado no podremos sacárnoslo de encima. Se mire como se mire, continuamos exigiendo cosas distintas según el sexo. A ningún hombre universitario víctima de una agresión, por ejemplo, en un barrio problemático se le ha negado un juicio justo por el hecho de saber - se le supone que es leído, que está informado, que tiene recursos de actuación y discernimiento claro- que no hay que pasearse a determinadas horas por ciertos sitios. En la noticia no aparece, pero supongo - y es sólo un mero suponer- que el juez también debe de haber considerado que puesto que el marido es profesor universitario, al ser un ilustrado está por encima del bien y del mal, y que por lo tanto no puede haber tenido un comportamiento tan indigno respecto de su mujer. Aparte de la desinformación sobre la problemática de los malos tratos y del perfil de los maltratadores que se pone de manifiesto, también es evidente la mala información que tiene este juez sobre lo que supone tener estudios.
Haber ido a la escuela y haber conseguido un título de los más altos en el sistema educativo no presupone ni asegura ser buena persona, ser educado, ser respetuoso, comportarse éticamente, observar los derechos de los demás... ni siquiera asegura hacer bien el trabajo para el que supuestamente uno se ha preparado bien; la actuación del juez es un ejemplo paradigmático - si gusta más, de manual- de esta triste realidad.
C. SÁNCHEZ MIRET, socióloga
Fuente: http://www.lavanguardia.es/premium/epaper/20070422/51333218450.html

martes, 17 de abril de 2007

Matanza escolar en EEUU

Poseer un arma es tener en la mano el poder de matar a un congénere o a cualquier cosa que se quiera considerar como objetivo.
Debe haber un goce en el acto de matar a otro. En consecuencia, poco menos que imposible impedirlo, si se sintió el poder con un arma. Además, en EEUU es un derecho constitucional que se potencia y se justifica creando climas de miedo, como mostró Michael Moore en sus filmes. Que regularmente haya una matanza, sea de estudiantes, de ciudadanos, de soldados o reventados por un cinturón de explosivos un día cualquiera en un mercado iraquí, forma parte de nuestra naturaleza. Y aunque los gobiernos se apliquen (con violencia) a reprimir esa violencia, habrá que "vacunarse" contra las emociones de rechazo que nuestra civilización ha logrado introducir en nuestra percepción y construcción de la realidad. La vacuna viene de los medios de información y de difusión de la información.

Nuestra progresiva inmunización, por lo demás inevitable, frente a la barbarie, está siendo muy bien aprovechada por quienes hacen de ese acostumbramiento su medio promocional. Desde los informadores, que venden el horror en sus periódicos o en las ondas, pasando por los políticos y concluyendo en quienes efectivamente se enriquecen con nuestro horror acostumbrado, las matanzas venden bien.

¿Son autistas los bloggs?

Digo que me parecen cosa de autistas, porque para escribir cada entrada te puede dar el alba con ojeras y la cara caída; después, porque la parida que has escrito la dejas ahí colgada sin que se la dirijas a nadie ni porque eso que has escrito forme ningún tipo de diálogo previo con nadie que no seas tú y tu narcisismo, que la cosa es de frenesí gozante con solo ver lo listo que eres y lo bien que escribes.

O sea, que tú dejas ahí lo escrito y que alguien te lo lee, si es que lo lee, porque lo tuyo está tan escondido que ni lo encuentras cuando lo buscas, y eso que tienes buscadores y referencias puestas para volver a encontrarte.

Y es que yo prefiero el diálogo, la interacción, el conversar, más que la exposición del producto para ver si alguien compra o lee.

Mucho más interesantes los grupos, enlos que hay discusión, intercambio, y otros que hablan contigo y no únicamente tu propio espíritu un tanto aburrido de quererte tanto.

lunes, 16 de abril de 2007

Cualquier Blogg pasado fue mejor

Estoy aprendiendo el difícil arte de montarse un blogg.

Algunos nacen listos y otros nacemos torpes, como este editor de texto, que va más lento que yo.

¡Que no cunda el pánico! Sólo estoy haciendo el ridículo.

Prometo que, en lo sucesivo, mis escritos serán más ingeniosos e interesantes, pero por ahora me he de conformar con las pruebas de imprenta.

Que nadie espere escritos brillantes ni frases ingeniosas, porque eso ya lo hacen otros mejor que yo. Más bien aquí se puede esperar la vulgaridad de un tipo vulgar, y eso no vende. ¡Qué le vamos a hacer!

Ya volveré en otro momento ¿vale? Ahora me voy. ¡Ciao!

jueves, 8 de febrero de 2007

Realizando pruebas de edición del Blogg