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jueves, 10 de mayo de 2007

La aceptación de la jerarquía como un proceso emergente

Esa es la idea que surge a partir de una pregunta: ¿cómo es que, por lo común, acatamos y tememos a la autoridad y que, en consecuencia, la jeraquización de las relaciones humanas es un hecho?

Esta misma idea la encontramos descrita de diversas maneras. El temor de dios, el temor del tabú y el respeto al tótem, la reverencia al Rey, al Jerarca... Y, a su vez, del hecho de que cualquiera puede ser el jefe, y que uno que era un compañero, por alguna circunstancia, asciende al cargo de jefe, entonces él mismo sufre un cambio psíquico por el que ya no se siente igual a sus antiguos compañeros, y los demás o le obedecen o se le oponen, pero la relación ha sufrido un profundo cambio.

Esto Freud lo abordó desde la función paterna, pero con dudas. Los psicoanalistas tienden a atribuir esta función a la del Padre, pero la función del Padre es una manifestación, una posibilidad más, ligada a esa función. Por decirlo así, la causa de la jerarquización no es el Padre, sino que el Padre es una figura inventada por las mujeres, que encaja perfectamente en esa función ya existente.

La cuestión es que no enconctramos en nuestro interior (introspectivamente) una asociación que nos esclarezca la función, sino que la función la encontramos "funcionando" en distintas situaciones con distintas figuras, eso que se llamó una "imago".

Como que esta cuestión es omnicultural, independientemente del tipo de sociedad, sea un patriarcado o un matriarcado u otros, hemos de suponer que se trata de un elemento emergente, determinado genéticamente y resultado de la evolución. Que lo determinante no es el tipo de organización social, sino que la organización social, del tipo que sea, es posible porque existe esa función.

Pero, y de la función en sí misma, ¿qué podemos decir? En nosotros, los humanos, podemos describir sus efectos, que es ordenar el campo de las relaciones. Este campo jerarquiza básicamente dos sentimientos: el amor y el odio, y en función de su proximidad o lejanía a la fuente jerárquica, se ordenan y orientan los celos y la envidia. Esta función jerárquica orienta, también, el ser del sujeto creando un ideal que alcanzar: ser como...

De modo que, en resumen, pues no pertendo ser exhaustivo, otorgo a la función un origen emergente a partir de otros emergentes genéticos, y cuya aparición debe haber sido por selección genética (la jerarquización ocurre en los primates y en los animales grupales) En los humanos, esa función posibilita la aparición del Padre, sobre el que ya he hablado en otros posts.

JM Gasulla

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