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sábado, 20 de octubre de 2007

Pensamiento descendente, pensamiento ascendente.

Pensamiento descendente, pensamiento ascendente

Inspirado en lo que Lacan llamó "el otro goce" en la lógica de la sexuación, como el goce femenino, distinto al goce fálico, hace tiempo que emprendí un camino rastreando las razones y los modos por los que las formas de pensar de hombres y mujeres son diferentes. En el supuesto de que aceptemos la existencia de esas distintas formas de pensamiento, y que de modo genérico, pero impreciso, las atribuyamos a los distintos sexos ¿en qué estriba la diferencia? ¿A qué clase de ordenamiento distinto están sujetos nuestros respectivas formas de pensar?

Se han propuesto diversas respuestas a esta cuestión, y todas próximas y juiciosas, de modo que nuestra razón las acepta sin demasiados reparos. Pero este rastreo me llevó a considerar dos clases distintas de forma de pensamiento.

Entiendo por clase de pensamiento aquella en la que las secuencias de deducción, incluso de apreciación de la realidad, están ordenadas según ciertos principios.
He dado en clasificar dos formas distintas de pensamiento: el que llamé "pensamiento descendente" más comúnmente identificable en la forma de pensar masculina, y el "pensamiento descendente", más comúnmente identificable en la forma de pensar femenina. De ningún modo aquí los términos masculino y femenino presuponen exclusividad de sexo o de género, sino que serían indicativos únicamente de una apreciación subjetiva en la distribución de ambas formas.


Pensamiento descendente.


El pensamiento descendente es una forma de pensar en la que los procesos intelectuales se ordenan siguiendo un patrón ordenado, secuencial, jerárquico, y se expresa, por ejemplo, en el pensamiento que es capaz de concebir los números naturales formando serie.

0, 1, 2, 3, 4, 5….

Cada número natural representa tanto a un cardinal como a un ordinal. En esta forma de pensamiento, el cero forma parte de la serie aunque no cuente y, a pesar de eso, sea efectivamente un número. El cero representa lo que es necesario para que el sistema que ordena empiece la serie, y ordene. Empieza con un "nada".

Pensamiento descendente (o fálico) es, pues, el que permite concebir una serie ordenada de números de menor a mayor, introduciendo, a la vez, una serie jerárquica inversa, de modo que cuanto menor es el número, mayor importancia jerárzuica, en virtud de su naturaleza simple o compuesta.

Pensamiento ascendente

Es una forma razonar de modo distinto al anterior, más propio de las mujeres, pues en este sistema el número no se forma a partir de uno previo que necesariamente no es número aunque forme parte de la serie de números naturales, como es el cero en el pensamiento descendente.
Esta forma de pensamiento se expresa como capaz de engendrar las siguientes ideas:

(a⋀b) --> 1; (a⋀1) --> 1; (1⋀1) --> 2; (1⋀2) --> 3; …

Que se lee: si se dan a y b, entonces se dará uno; dados a y 1, entonces se dará también 1; dados 1 y 1, entonces se dará 2; si se dan 1 y 2, entonces se dará 3, …

La forma del condicional "si…, entonces…", no implica necesariedad, es decir, que no siempre que x, se dará y, sino que es una posibilidad. Pueden darse a y b y no producir nada según la expresión (a⋀b) --> 0 y/ó 1.

La idea de este pensamiento ascendente es que los procesos racionales se ordenan según un principio de relación, y no de jerarquía.

* * *
Nótese que en la forma de expresión de esta serie (que no es serie, aunque puede serlo, sino distintos resultados según las condiciones impuestas a cada momento relacional)

(a⋀b) --> 0 y/ó 1; (a⋀1) --> ... y/ó 1; (1⋀1) --> ... y/ó 2; (1⋀2) --> ... y/ó 3; …

se pueden dar múltiplas lecturas en cada caso, pues también poudiera ocurrir, por ejemplo, que (a⋀2) --> 3, o que (2⋀b) --> 3, con todas las posibilidades; incluso que (a⋀b) = 0, es decir, que no haya resultado de la relación.

Esta forma de pensamiento, que he llamado "ascendente", "femenino", "emergente", al contrario que el anterior, que es "descendente", "fálico", "masculino", es creativo y aunque sujeto a reglas, no está tan jerarquizado, aunque puede jerarquizarse. Es decir, que también puede generar tanto el ordinal como el cardinal.

Es probable que estas dos formas de pensamiento conduzcan a ciertas dificultades de entendimiento entre algunos. No necesariamente entre hombres y mujeres, sino porque los procesos de razonamiento pueden ser distintos en un momento dado, en cada uno de los participantes en una relación.

Y me importan los procesos de relación más que los individuales, porque en medicina siempre nos las habremos de ver con procesos de relación. Son esos procesos los que fundamentalmente nos importan.

* * *

Tal como he mostrado aquí, en la forma descendente de pensamiento, la serie de números naturales se obtiene por adición de uno más, y responde a la fórmula general n + 1, de modo que el 1 lo obtenemos, en la misma fórmula, de la sustitución de n por 0: 0 + 1 = 1.

Lo que es entonces prioritario en el sistema de pensamiento descendente, no es comprender la naturaleza del 1, sino del 0 (cero).

Esta forma de pensamiento consiste, pues, en aceptar que existe un principio universal del que emana cualquier serie y, en consecuencia, todo le está supeditado. Es, entonces, el principio de jerarquía, de Verdad única, de Ominipotencia en el que cabe, también, la idea de dios. Nuestro pensamiento se ordena, razona, según este sistema de organización, de este "organizador": el "Uno". Pero como el "Uno" está demasiado próximo a un concepto matemático, resuelto a medias hace escasamente un siglo, y que no en todas las culturas se comparte el mismo concepto de "Uno", prefiero llamarlo el "Falo", porque eso sí que está compartido en todas las culturas y responde muy bien al principio que subyace como organizador de este tipo de pensamiento.

Pero ya hemos visto que lo fundamental, según mi modo de entender, no es el 1, sino el 0. ¿Qué ocurre, entonces, con el 0, del que no se habla y que, en consecuencia, aparece como reprimido? En realidad, del 0 habla la religión judeo-cristiana, por ejemplo cuando Moisés habla con la zarza ardiendo. El dios no tiene una representación definida, no existe como tan en ninguna parte y, sin embargo, es el origen y causa de todo. La religión judáica instaura el orden fálico desde el punto de vista teórico, y mejor no se podría hacer. Pero no omite el 0, sino que lo eleva a la categoría de dios: es la causa de todas las causas, el origen de todo, lo que es sin ser algo concreto, y lo que está presente por todas partes, sin estar en ninguna en concreto, porque ese concreto ya sería un número, bien el uno o el que le siguiera formado de unos.

Por el contrario, en el sistema de pensamiento de tipo ascendente, el Uno, o el Falo, no está garantizado. Pero incluso es posible que, surgido el Uno en la relación, no represente ni instaure el Falo como cierre, Totalidad y Completud. Además: que el resultado de una relación (que en las fórmulas le he dado la representación de una conjunción "y") sea el Falo, por un lado nos dice que el Falo es un emergente, y no un a priori como en el pensamiento descendente, y por otro, que es el resultado de una operación, uno de cuyos resultados posibles es el Falo.

Sorprendentemente, en el sistema de pensamiento ascendente, el uno no surge o no tiene como condición la ominipresencia austente del 0. El 0 es un emergente que se sitúa al mismo rango de funcionalidad que el uno. No posee un atributo especial que lo distinga. Indica que de la relación entre a y b no surgió nada. Hay relación, pero no hay producto. Eso es el cero en el sistema de pensamiento ascendente.

Ambos sistemas, aunque son incompatibles entre si, otorgan percepciones diferentes del mundo que nos rodea. En el primero, la idea dominante es la jerarquía; en el otro, la idea predominante es la colaboración para producir algo nuevo.

Así voy pensando estas cosas, y he de decir que me esclarecen mucho más mi percepción de lo humano, de lo terrenal y de lo divino.

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