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Médico

domingo, 22 de abril de 2007

Desestimada por tener estudios

Tener estudios
CRISTINA SÁNCHEZ MIRET
YA LO VEN, VA a ser verdad que las mujeres mejor que no estudien porque acaba perjudicándolas En Valladolid se ha archivado un caso de maltrato psicológico porque la víctima - una mujer que denunciaba a su marido porque le controlaba el dinero de forma enfermiza y la vejaba continuamente- tiene estudios universitarios. El hecho deja en una situación de total indefensión a la denunciante y a todas aquellas mujeres que están en su misma situación porque, evidentemente, ante resultados como éste se van a pensar mucho más de lo que ya lo hacen pedir ayuda a la justicia. Si siempre lo han tenido difícil, ahora lo tienen incluso peor. Queda bien claro que esta sociedad no avanza en defender los derechos de la mujer igual que defiende los del hombre.
Lo sucedido, de por sí grave, lo es todavía más porque la decisión ha sido tomada por el juez del juzgado de Violencia contra la Mujer - inaugurado el día 1 enero del presente año-, y por las razones que han llevado al titular del juzgado a tomar tal decisión: ha considerado sorprendente que alguien con alto nivel de formación soporte malos tratos sin poner remedio a dicha situación.

Ya lo ven, va a ser verdad que las mujeres mejor que no estudien porque acaba perjudicándolas. Tanto insistir en la necesidad de que para disminuir la desigualdad entre hombres y mujeres en esta tan querida nuestra sociedad había que estudiar; tanto señalar como una de las causas de la desigualdad el bajo nivel educativo de las mujeres españolas en comparación con el de los hombres españoles, e incluso en comparación con el de otros países más avanzados que el nuestro. Ahora que ya lo hemos superado - tanto la desventaja con la que partíamos como el nivel educativo general de los hombres-, el mensaje de este juez - y de la sociedad en su conjunto si no se hace nada por cambiar lo que ha acontecido en este caso- se puede leer entre líneas: es decir, tener estudios no os va a servir de nada, en todo caso no os va a servir para la igualdad prometida - esto lo saben ya las mujeres- y además, puede incluso que os perjudique.

Las malas lenguas ya decían que las que estudiaban no encontrarían marido, ahora habrá que añadir que si hemos estudiado no podremos sacárnoslo de encima. Se mire como se mire, continuamos exigiendo cosas distintas según el sexo. A ningún hombre universitario víctima de una agresión, por ejemplo, en un barrio problemático se le ha negado un juicio justo por el hecho de saber - se le supone que es leído, que está informado, que tiene recursos de actuación y discernimiento claro- que no hay que pasearse a determinadas horas por ciertos sitios. En la noticia no aparece, pero supongo - y es sólo un mero suponer- que el juez también debe de haber considerado que puesto que el marido es profesor universitario, al ser un ilustrado está por encima del bien y del mal, y que por lo tanto no puede haber tenido un comportamiento tan indigno respecto de su mujer. Aparte de la desinformación sobre la problemática de los malos tratos y del perfil de los maltratadores que se pone de manifiesto, también es evidente la mala información que tiene este juez sobre lo que supone tener estudios.
Haber ido a la escuela y haber conseguido un título de los más altos en el sistema educativo no presupone ni asegura ser buena persona, ser educado, ser respetuoso, comportarse éticamente, observar los derechos de los demás... ni siquiera asegura hacer bien el trabajo para el que supuestamente uno se ha preparado bien; la actuación del juez es un ejemplo paradigmático - si gusta más, de manual- de esta triste realidad.
C. SÁNCHEZ MIRET, socióloga
Fuente: http://www.lavanguardia.es/premium/epaper/20070422/51333218450.html

1 comentario:

  1. Traigo esta noticia aquí porque ha sido comentario de la semana en España. Los comentarios han sido, en su mayoría, diversas formas de rasgarse las vestiduras: desde los cultos/as a los incultos/as, también con mayoría femenina.

    Está bien, porque el fallo del juez es un escándalo, y ante semejante escándalo, uno solo puede escandalizarse, y casi todos estamos esperando encontrar un motivo lo suficientemente escandaloso como para mostrar nuestra indignación (por nuestra dignidad dañada no sé cómo, si no es mediando una identificación con la víctima), rasgarnos las vestiduras públicamente, y armar mucha bulla. Sea pues. Rásgense muchas vestiduras, ármese mucha bulla y, de paso, se hará pedagogía de lo que no debe ser, porque sentencias como esa no pueden ser, pero tampoco esa cascada de vestiduras rasgadas.

    Aunque bien mirado, lo que se precisa es la sentencia completa para poder opinar antes que escandalizarse, porque toda sentencia está razonada, y aunque probablemente estará publicada en algún medio, yo no la he leído ni los artículos que he leído la citan textualmente.

    Hay, no obstante, una cuestión que parece directamente escamoteada en todos los comentarios y en todas las noticias que he leído. En todas las que he leído, no quiere decir que haya leído muchas ni escuchado muchos comentarios, porque se supone que en el ámbito en el que me muevo, no es todo el mundo, ni siquiera una minoría representativa de la sociedad; si acaso, de un sector restringidísimo de la sociedad, y poco más.

    Lo escamoteado, y creo que hay que hablarlo, es precisamente lo que de sorprendente puede traer la noticia: ¿cómo es que una mujer con formación universitaria, aguante las vejaciones y el maltrato psicológico de su marido durante 16 años? Creo que esa es la sorpresa del juez, y de cualquiera. Pero es que esto se repite independientemente del nivel cultural: ¿qué ocurre en las relaciones de pareja, para que estas situaciones se den? ¿Qué ocurre, qué ha ocurrido, qué condiciones intrínsecas se dan en estas mujeres y en estos hombres, para que, independientemente del nivel cultural, las relaciones de pareja se den bajo esas condiciones?

    Hay hombres que aprovechan ese fenómeno presente en muchas mujeres, para dominarlas mediante la humillación sistemática, que se ha dado en llamar "machismo". Frente a ese machismo hay un consentimiento o, más bien, la imposibilidad de reaccionar y el sentimiento de que lo que se debe hacer es someterse. No es algo universal, o sea, que afecte a todas las mujeres, pero sí es algo universal porque stá presente en todas las culturas conocidas o vivas actualmente.

    Es cierto que hay que "luchar" contra el abusador que somete humillando, no solo a su esposa, sino también a sus hijos, por lo mismo que hay que "luchar" contra las mujeres que abusan de sus hijos y los maltratan y también a sus maridos. Pero hay una cuestión que debe debatirse para oponerse a esa situación, que es, no referida al maltratador, sino a las condiciones internas por las que alguien permite someterse a otro, en el plano que sea, y del sexo que sea, hombre, mujer u otros.

    Algunos de esos sometimientos tienen consecuencias individuales graves. El sometedor lo es porque encuentra posibilidades para someter, y se crece. Si no encuentra obstáculos, tanto en el rechazo social como en su propio hogar, el maltratador (que es una complejidad en sí mismo), se crece y puede llegar a ser muy peligroso, como ya sabemos sobradamente. Así que hay una pedagogía a realizar, si, pero también un tomarse en serio las condiciones individuales que están presentes y dominando realmente la situación.

    Bueno, que en definitiva lo que me pregunto es qué condiciones se dan en hombres y mujeres y que son determinantes de las relaciones, cómo es posible que esto ocurra, por qué mecanismos.

    Por no quedar, también me rasgo las vestiduras, no vaya a ser que...

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