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Barcelona, Barcelona, Spain
Médico

martes, 29 de diciembre de 2009

"Las enfermedades"

La prensa se está haciendo eco esto días de que el INSS incentiva a lo médicos mediante el pago de unas cantidades para que den menos bajas laborales, o algo parecido. Es una medida que no tiene en cuenta más que un único interés, y es el de la Administración y su contabilidad. Independientemente de que se trate de una cuestión a mejorar, no se han tenido en cuenta, para nada, los efectos que semejate medida puede tener sobre uno de los fundamenos del acto médico, como es la confianza en el médico. La medida atenta directamente contra ese aspecto fundamental porque puede llevar a condicionar la relación médica sobre intereses ajenos a la salud del paciente ("¿No me da la baja para pagarse la hipoteca?")

El médico no obedece así al principio social que justifica su acción, atender a la demada del enfermo, sino que obedece consignas de la administración convirtiéndose en un obediente funcionario, sin serlo. Entrados en la lógica del mercadeo de enfemedades, ¿por qué no aceptar que el enfemo incentive al médico pagándole una comisión por mantene una baja laboral?

Hay, pues, una enfermedad-mercancía con la que se mercadea. Se ha visto también con la reciente gripe A, o gripe política, cómo además de mercancía la enfermedad es un elemento de manipulación de masas muy efectivo.

Otras enfermedades, además de las dos que ya distinguiera el gran cirujano Leriche en su tiempo (la enfermedad del médico y la enfermedad del enfermo), pueden distinguirse con nitidez. El concepto de enfemedad depende de los elemenos "mayores" del dicurso desde el que se construye. Así, por ejemplo, hay una enfermedad con la que opera el discurso de la ciencia (hegemónico en medicina) que sólo considera de la enfermedad sus aspectos biológicos, excluyendo del escenario del conocimiento cualquier influencia y presencia de sus protagonistas (el enfermo, el médico, la sociedad), pues del enfermo sólo interesa en cuanto "terreno" sobre el que asienta la enfermedad y los aspectos sociales únicamente en tanto influyen sobre la higiene.

Hay otra enfermedad que se conceptualiza desde el discurso de la subjetividad, en tanto el goce y el placer intervienen en su percepción. La culpa moral está presente tanto en quien la padece como en la sociedad, y algunos buscan consuelo de sus padecimientos en la religión. Otros incluso la provocan con el uso de drogas u otras sustancias, porque ansían ese estado vulnerable que es el del placer o el dolor.

Otra enfermedad es, en fin, la que se aplica desde la metáfora social, que reproduce bastante fielmente los criterios por los que se rige la enfermedad de la ciencia: el enfermo, que es la sociedad en este caso, se diagnostica por alguien que reconoce los síntomas de degeneración social bajo un criterio ideológico de normalidad política, y aplica un tratamiento exerético, las más de las veces quirúrgico. Pero lo que no cuenta en esta metáfora es el enfermo en sí mismo, sino que sólo cuenta el diagnóstico, es decir, lo que el "médico" quiere reconocer como lo desviado de la norma (su norma) y, en consecuencia, patológico.

La enfermedad como producto y mercancía con el que se puede mercadear y así entrar en la globalización de un mercado que se convierte en la única ley de hecho aceptable. La enfermedad como dolencia personal, individual, como máxima expresión del sufrimiento humano. La enfermedad como objeto de investigación científico y, finalmente, la enfermedad como metáfora individual y social.

La enfermedad, en consecuencia, es el resultado del efecto de cinco estructuras discursivas distintas: el goce, el capital, la ciencia, la religión y lo social.