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jueves, 20 de noviembre de 2008

"El error de Descartes". Antonio Damasio

Hacía tiempo que este libro se paseaba ante mis ojos de un modo insistente, pero yo me resistía a prestarle la menor atención, e incluso lo contemplaba con desprecio y cierto aire de superioridad, sin haberlo leído. ¿Qué coño dice este tío del "error" de Descartes? Descartes no cometió ningún error cuando pensó en el "cogito", ni cuando dividió el mundo perceptible en dos: las cosas extensas y las que no tienen extensión. Seguro que éste neurólogo (al decir esto me descubro: había leído el prólogo y algunos comentarios a la obra) ha tomado de Descartes algo sesgadamente y lo ha hecho encajar con la desaparición del pensamiento en pos de la actividad bioquímica del cerebro en una de esos desconcertantes malabarismos a los que nos van acostumbrando algunos reduccionistas.

Fui posponiendo su lectura o, más bien, no tuve ninguna intención de leer el libro.

Ha sido a raíz del comentario que leí recientemente de un neurobiólogo, y que de nuevo repetía que Descartes estaba equivocado, que decidí abordar la cuestión un poco más en serio. Compré el libro de Damasio y he leído cuantas crríticas han caído en mi mano, a favor o en contra, puntualizaciones, discrepancias y concordancias.

Pues bien: Damasio, tras copiar un fragmento del texto de Descartes
Por ello supe que yo era una sustancia, cuya misma esencia o naturaleza es pensar, y que para su existencia no hay necesidad de ningún lugar, ni depende de ninguna cosa material; de manera que este 'yo', es decir, el alma por la que soy lo que soy, es completamente distinta del cuerpo, e incluso es más fácil de conocer que éste; e incluso si no existiera el cuerpo, el alma no cesaría de ser lo que es

añade:

Éste es el error de Descartes: la separación abismal entre el cuerpo y la
mente, entre el material del que está hecho el cuerpo, medible, dimensionado,
operado mecánicamente, infinitamente divisible, por un lado, y la esencia de la
mente, que no se puede medir, no tiene dimensión, es asimétrica, no divisible;
la sugerencia de que el razonamiento, y el sufrimiento que proviene del dolor
físico o de la conmoción emocional pueden existir separados del cuerpo. Más
específicamente: que las operaciones refinadas de la mente están separadas de la
estructura y funcionamiento de un organismo biológico.

Y yo pienso que éste es, precisa y concretamente, el error de Damasio. Se trata de un "mal análisis", pues no distingue, en el fragmento que critica de Descartes, entre lo que es necesario y lo que es contingente. Este error de Damasio sólo se aprecia si se modaliza el fragmento de Descartes. Hay en ese fragmento cosas que dependen de una forma particular de comprender el mundo, de una creencia, de circunstancias de naturaleza empírica que deben ser comprobadas, y otras, en cambio, que son verdades independientes de cómo creamos que es el mundo.

Por ejemplo, cuando Descartes dice "... este 'yo', es decir, el alma por la que soy lo que soy, es completamente distinta del cuerpo..." contiene tanto elementos necesarios como elementos contingentes. Puedo distinguir un 'yo' que habla y piensa de un yo materia, pues la imagen de mi cuerpo en el espejo no refleja mi pensamiento ni mi nombre, y por más que abriera la superficie de mi cuerpo, siempre se reflejaría una superficie en la que no hallaría ese nombre escrito. ¿Por qué el artificio de un espejo? Porque le hacemos suponer que en su eflejo no existe más que la materia y que eso nos permite distinguir un 'yo' carne de un 'yo' que nombra y reconoce esa carne como 'yo'. Damos ahí con algo que no puede ser reducido a una creencia, ni tan siquiera a una comprobación empírica a pesar del artificio del espejo utilizado con fines ilustrativos.

Luego, entonces, he de pensar que hay en mi alguna naturaleza que no se puede reducir ni a la pura emoción, ni al puro pensamiento, pero que en cualquier caso que me es imposible pensar perteneciente a la materia de la que me creo hecho. Esta naturaleza no es necesariamente un alma espiritual e inmortal, porque creer en ese alma es contingente; pero, sin embargo, me veo forzado a pensarme distinto que la materia de la que me reconozco hecho, aunque yo no procedo, y soy a la vez inseparable, de esa materia.

JM Gasulla